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REUNIÓN MEXICO 2001

El lugar, la oración, actividades generales

 

A través de P. Juan Alvarado, amigo nuestro y hermano aliado en la evangelización a través de la música, pudimos disponer de las instalaciones del Seminario de San José de la Diócesis de Cuernavaca.

Esta ciudad está a una hora del Distrito Federal y por su clima y vegetación es un paraíso de descanso e importante destino turístico nacional. El Seminario está a las afueras de la ciudad y es un lugar
muy hermoso, amplio, sobrio, y con excelentes instalaciones que usamos y disfrutamos al máximo. 

Mons. Rafael Chávez, Rector del Seminario, y todos los seminaristas nos acogieron en su casa muy amable y generosamente. Margarita Allende, quien junto con el P. Juan trabaja haciendo eventos en favor del Seminario, fue nuestro ángel de la guarda durante nuestra estancia en dicho lugar.

Estamos muy agradecidos con toda esta gente tan hermosa que
la Providencia puso en nuestro camino, y que fueron pieza clave para lograr nuestra reunión. A través de estas líneas expresamos nuestro agradecimiento al P. Juan, a Mons. Rafael, a Margarita, a todos los seminaristas, y al equipo de servicio del Seminario. Dios pague su generosidad y muestra de fraternidad cristiana. Perdón por las molestias causadas, y por los desvelos (esperamos no hayan sido muchos) que nuestras noches bohemias hayan provocado.

De esta hermosa casa, usamos y disfrutamos (aparte de las habitaciones) de cuatro lugares particularmente: La
Capilla del Santísimo, la antesala de la Biblioteca, la Capilla litúrgica y el Comedor.

En la Capilla del Santísimo nos reunimos todos los días después de la comida a hacer oración. Sin lugar a dudas, estos momentos fueron los principales y más ricos de la reunión ya que recargamos baterías espirituales y estrechamos nuestros lazos fraternos. Hubo largos momentos de adoración y alabanza, de acción de gracias, de petición, de consagración, de intercesión comunitaria y de silencio e intimidad con el Señor. Cantamos, compartimos la Palabra, desahogamos ante el Señor y ante nuestros hermanos nuestras penas, reímos, nos abrazamos... en fin, fueron momentos de cielo que guardamos celosamente en nuestro corazón.

Solicitamos al Seminario un lugar donde celebrar nuestras
reuniones. Pedimos fuera el lugar menos utilizado para no interferir con la vida cotidiana de los seminaristas.... Nos dieron la Biblioteca (¡...!). Bueno, ya después aclararon que la razón no era esa, sino la amplitud del lugar. En la antesala cupimos todos y hasta nos sobró espacio. La decoración del lugar fue por demás particular: un ataúd. Al principio a todos nos extrañó, después lo integramos a nuestro ambiente de trababjo... y no faltó quien jugara con él...

En la Capilla litúrgica celebramos diariamente la Eucaristía. El martes la celebró el Rector del Seminario y fue impresionante su homilía ya que hizo un resumen y reflexión sobre lo que estuvimos tratando en nuestra reunión de ese día. Cabe aclarar que él no estuvo presente en ninguna de nuestras sesiones de trabajo, razón de más para descubrir la voz del Espíritu en labios de Mons. Rafael Chávez.

Al
comedor le dimos también la función de sala de recreo. Las sobremesas fueron muy largas e interesantes, Kiki se la pasó en el piano tocando y cantando en compañía de otros bohemios. La mesa del centro sirvió para jugar “Uno” hasta altas horas de la noche. En fin, nos la pasamos de maravilla.

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