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JUSTIFICACIÓN |
Desde sus inicios, las artes se han
considerado como el lenguaje
universal por excelencia. Hoy en
día, con el auge de los medios masivos de comunicación, particularmente
la música ha cobrado tal vigor, que se ha convertido en una de las
principales atracciones y
formas de comunicación
entre todos los hombres, principalmente entre la juventud. Afortunadamente, en medio de este movimiento musical internacional, el Señor ha suscitado una corriente musical evangelizadora; para lo cual ha llamado (vocacionado) a músicos de diversas latitudes, para trabajar en la gozosa tarea de anunciar el mensaje divino de la salvación a través de este don herramienta; atendiendo al insistente llamado del Papa Juan Pablo II a buscar y utilizar nuevas formas y métodos de evangelización. No se trata de un nuevo evangelio sino de explotar la inagotable novedad del Evangelio. Ahora bien, el unirse un grupo de músicos católicos evangelizadores, obedece, como lo expresa Christifideles Laici (n.29), al afán de “participar responsablemente en la misión que tiene la Iglesia de llevar a todos el Evangelio de Cristo como manantial de esperanza para el hombre y de renovación para la sociedad... con una más dilatada e incisiva eficacia operativa”, sin olvidar que la raíz profunda de asociación es de orden teológico y eclesiológico, como abiertamente reconoce el Concilio Vaticano II, cuando ve en el apostolado asociado un “signo de la comunión y de la unidad de la Iglesia en Cristo” (AS 18). Este deseo de eficacia operativa en la evangelización a través de la música y la proclamación de la Virgen María como patrona de este ministerio, vienen a reflejarse en el mismo nombre de la asociación: Red Magnificat. Para todos los miembros de esta red, la cual no pretende ser la principal, mucho menos la única expresión de trabajo en red, queda claro que la nueva evangelización exige el trabajo en red o simple y sencillamente no se realizará. |