Es una acción nacida del Espíritu, no una
institución.
Es dejar de pensar en primera persona del singular (yo), para hacerlo en primer persona del plural
(nosotros).
Es establecer lazos de solidaridad y subsidiariedad entre otros músicos prójimos como principios básicos de fraternidad cristiana y trabajo apostólico.
Es compartir las experiencias espirituales para mutua edificación.
Es comunicarse fluida, fraternal, constructiva, reflexiva y solidariamente con otros músicos.
Es compartir las experiencias y oportunidades profesionales para ayuda
mutua.
Es promover y contagiar esta inspiración a otros músicos para seguir extendiendo la red.
Es compartir nuestro ser como personas y nuestra vocación de servicio para que con nuestro testimonio podamos mostrar y llevar al Señor (Hch 2,42ss).
Es una actitud interna venida del Espíritu, que mueve a vivir y trabajar
unidos.
Es una iniciativa concreta de amor recíproco que en sí misma resulta una efectiva evangelización.
Es un lugar donde no hay individualidades y sí comunidad en vista de un bien común.
Es un espíritu valiente y decidido, que no teme lanzar la red no obstante exista la posibilidad de recoger lo no pretendido: basura, culebras, etc.
Es saber escoger el bien común por encima del propio a sabiendas que no se pierde cuando se gana el bien común; se pierde cuando no se
comparte.
Es resultado del trabajo en espíritu de red y no al revés.
Es estar disponibles para dar la batalla no sólo en el escenario, sino en nuestro medio de desarrollo y en los lugares donde se necesite (labor social).
Es saberse en red aunque no se esté junto a los
otros.
Es sentirse partícipes del trabajo, alegría y tristezas del
otro.
Es antídoto contra las tentaciones del músico.
Es trabajar unidos, cada quien desde su propio lugar, ya que si todos hicieran su trabajo necesariamente en el mismo lugar, dejaría de ser red y pasaría a ser
anzuelo.